Durante
el
curso
2017-2018,
nuestra
ESCUELA
ANEJA
ha
participado
activamente
en
la
COMISIÓN
MIXTA
PROYECTO
PATIOVIVO
ANEJA,
formada
por
padres,
alumnos,
profesores,
miembros
del
equipo
directivo,
representantes
de
diferentes
sectores
de
dinamización
educativa
y
deportiva
de
la
provincia
de
Segovia
y
una
profesora
que
realiza
precisamente
el
TFG
sobre
este
tema,
con
la
firme
convicción
e
intención
de
transformar
de
forma
integral
el
patio
del
CEIP
"FRAY JUAN DE LA CRUZ".
A
priori,
queremos
un
espacio
que
sirva
para
todos
y
todas
por
igual,
un
espacio
agradable,
para
el
juego,
para
la
convivencia,
para
la
experimentación
y
para
el
aprendizaje.
Aunque
para
la
realización
de
este
proyecto
de
participación
se
ha
solicitado
la
opinión
de
toda
la
comunidad
educativa,
el
foco
principal
está
en
los
intereses
y
necesidades de los niños y niñas de este centro educativo.
Se
parte
de
unos
fundamentos
teóricos
sobre
lo
que
se
ha
dado
en
denominar
“Patiovivo” definido por González, Guix y Carreras (2016) como:
[…]
una
propuesta
de
intervención
y
una
apuesta
educativa
por
el
uso
de
los
espacios
exteriores
que
bebe
de
las
iniciativas
llevadas
a
cabo
ya
a
principios
de
siglo,
en
el
marco
del
movimiento
de
la
Escuela
Nueva
y
las
pedagogías
activas
e
innovadoras.
[…]
Espacios
que
no
tan
solo
favorezcan
los
movimientos
llenos
de
vitalidad,
sino
también
la
curiosidad,
la
intimidad
y
la
tranquilidad,
así
como
el
contacto y el aprendizaje a través de la naturaleza (p.68).
Entendemos
el
patio
como
un
espacio
simbólico,
de
relación
con
la
comunidad
y
de referencia identitaria al propio centro:
Son
muchas
las
horas
que
los
niños
y
las
niñas
pasan
en
el
patio,
y
también
son
muchas
las
experiencias
y
los
aprendizajes
que
tienen
lugar
en
este
espacio.
En
él,
nos
relacionamos,
vivimos
los
conflictos,
y
desarrollamos
nuestras
habilidades
sociales
y
emocionales.
Se
convierte
así
en
un
espacio
de
relación
entre
géneros,
edades y culturas”(González, Guix y Carreras, 2016, p.67).
Como
en
el
caso
de
la
gran
mayoría
de
patios,
no
se
trata
de
un
espacio
nuevo,
si no que ya tiene una historia y una larga cultura de patio:
Todavía
hoy
día
podemos
afirmar
que
la
mayoría
de
patios
se
caracterizan
por
estar
asfaltados
casi
de
manera
completa
y
favorecer
la
práctica
de
algunos
deportes,
a
menudo
centrados
en
el
juego
de
pelota,
con
el
fútbol
como
protagonista habitual. (González, Guix y Carreras, 2016, p.67).
Este
espacio
físico
y
su
mobiliario,
configura
un
mundo
simbólico
que
educa
tanto
como
lo
que
ocurre
en
el
interior
de
las
aulas,
como
apuntan
Subirats
y
Tomé
(2010,
citado
en
González,
Guix
y
Carreras,
2016):
“El
espacio
en
ningún
caso
es
neutro,
condiciona
las
actividades,
las
dinámicas
y
las
relaciones
que
se
crean
entre
el
alumnado,
que
muy
habitualmente
reproducen
roles,
[y]
relaciones
de
poder
[…]” (p.67).
Esto
nos
lleva
a
un
proceso
de
reflexión
que
lo
haga
coherente
con
la
identidad
del
centro
y
su
carácter
innovador
y
puntero
en
el
planteamiento
de
un
nuevo
tipo
de
escuela.
Para
ello
tomamos
el
cambio
del
espacio
físico
como
puente
para
el
cambio
simbólico,
entendiendo,
como
apuntan
(González,
Guix
y
Carreras,
2016)
que este cambio debe realizarse en torno a 4 ejes:
-
La
actividad
física:
Tudor-Locke
et
al.
(2006,
citado
en
Navarro,
2017,
p.2)
apuntan
que
el
50%
de
la
actividad
física
que
realiza
el
alumnado
se
produce
en
el
tiempo
de
recreo,
a
ello
habría
que
sumar
las
actividades
realizadas
en
el
patio
desde
la
asignatura
de
Educación
Física.
Además
hay
que
tener
en
cuenta
que
el
80%
de
les
niñes
solo
participan
en
actividades
físicas
dentro
de
la
escuela
(RD
126/2014,
p.
19908).
Tradicionalmente
se
ha
orientado
esta
actividad
física
hacia
el
juego
competitivo
y
juego
deportivo
en
equipo,
si
se
orienta
el
juego
hacia
la
actividad
física
no
competitiva,
ligada
al
entorno
natural
y/o
materiales
reciclados
podremos
observar
una
mejora
en
la
participación
general
del
alumnado
y
de
la
comunidad
educativa,
se
fortalecen
los
lazos,
se
crea
comunidad
y
sentimiento
de
pertenencia (Navarro, 2015).
-
El
género:
La
actividad
física
nos
lleva
directamente
al
genero
y
a
la
desigual
ocupación
de
las
zonas
de
juego
en
relación
a
éste
(Navarro,
2017).
El
fútbol
suele
ser
una
de
las
actividades
que
más
espacio
físico
ocupa
y
que
generalmente
produce
una
segregación
de
género.
Cantó
y
Ruiz
en
2005
(Citado
en
Navarro,
2017,
p.3)
muestran
resultados
sobre
la
densidad
de
ocupación
del
espacio
de
recreo
por
parte
de
las
niñas
es
del
58,15,
frente
al
22,85
de
los
niños,
es
decir,
cada
niño
dispone
de
2,5
veces
más
que
cada
niña.
Consideramos
que
debemos
tener
en
cuenta
que
este
espacio,
es
un
espacio
de
socialización,
debemos
repensar
las
infraestructuras,
distribución
y
mobiliario
para
acabar
con
esta
desigualdad
¿Qué
pasaría
si
se
eliminan
las
líneas
de
campo?¿Y
si
las
porterías fueran móviles?.
-
La
convivencia
positiva:
Evitar
los
malos
tratos.
Según
estudios
el
76%
de
les
niñes
víctimas
de
malos
tratos
por
parte
de
sus
compañeros
en
las
escuelas
de
primaria
son
victimizados
en
los
recreos
(Navarro,
2015).
Se
ha
visto
que
la
participación
en
el
juego
activo
y
social
con
otros
previene
el
bullying.
Para
ello
debemos
mantener
la
libertad
de
elección
de
actividades
en
tiempo
de
ocio,
propia
del recreo.
-
La
naturaleza:
El
contacto
con
la
naturaleza
es
esencial
para
el
desarrollo
de
les
niñes,
en
este
contexto
se
puede
trabajar
la
motricidad,
pero
también
la
capacidad
de
razonamiento
y
observación,
así
como
disminuir
sus
niveles
de
estrés.
En
la
actualidad
muches
niñes
presentan
“Trastorno
por
déficit
de
naturaleza”
(Louv,
2013)
que
acaba
generando
biofobia,
es
decir,
miedo
a
lo
vivo.
Entendemos
que
el
acceso
a
un
entorno
natural
debe
estar
estrechamente
ligado
a
la educación y por tanto a la escuela.
Consulta
el
PROYECTO
PATIOVIVO ANEJA completo